La violencia familiar es toda forma de abuso físico, emocional, económico, sexual, abandono o negligencia que ocurre en el contexto de las relaciones familiares, independientemente de que cause o no lesiones físicas.

Puede ocurrir en cualquier contexto social, involucra abuso de poder y puede ser ejercido por uno o más miembros de la familia independientemente del género y la edad.

La violencia familiar tiene un gran costo, pues es un problema que afecta a todo el sistema familiar del afectado en sus relaciones escolares, laborales, sociales y afectivas.

De acuerdo con quienes son afectados:

  • Violencia auto infligida
  • Violencia interpersonal
  • Violencia colectiva

De acuerdo con la manera en que son afectados:

  • Violencia física
  • Violencia sexual
  • Violencia psíquica o emocional
  • Violencia por negligencia o abandono

A nivel individual, es irrefutable el vínculo entre la violencia en la infancia y los resultados negativos en el desarrollo. El estudio de Adverse Childhood Experiences (ACE) (Experiencias Adversas durante la Infancia) encontró una relación convincente entre experiencias adversas en la niñez (incluyendo el abuso físico, emocional o sexual y el vivir en hogares con violencia doméstica), y una gama de problemas físicos, emocionales y sociales, como enfermedades del corazón, obesidad, depresión, alcoholismo, promiscuidad sexual, abuso de sustancias, embarazo en la adolescencia, violación y bajo rendimiento laboral. Diversos estudios exponen que la violencia severa en el hogar lleva a comportamientos de alto riesgo como involucrarse en la vida callejera, actividades sexuales transaccionales y el tráfico infantil.

A nivel social, el vínculo entre la violencia en el hogar y la violencia en la sociedad es muy claro. La experiencia traumática de la violencia en el hogar puede llevar a los niños y las niñas a crear una barrera contra sus sentimientos de dolor, miedo e impotencia – que pueden expresarse como una fachada dura y agresiva o muchos otros comportamientos disfuncionales. Estos comportamientos llevan a la exclusión social de la escuela, de actividades recreativas y de otras actividades comunitarias. Los niños y las niñas pueden buscar cubrir su necesidad de pertenencia en aquellos espacios y actividades que les quedan abiertos, como pueden ser las bandas, la promiscuidad, el abuso de sustancias o el crimen. De esta manera, la violencia se transmite del hogar a la comunidad. Las implicaciones son claras, pues hay relación entre quienes cometen crímenes serios y su historial como víctimas de abuso durante la niñez.

Está documentado que la violencia familiar puede transmitirse a través de las generaciones, de manera que las personas que se criaron en una familia violenta a menudo recrean un hogar violento para sus propias hijas e hijos, por lo que se debe invertir en acciones de prevención al círculo de la violencia. Desgraciadamente, la violencia familiar en una cultura hetero-patriarcal, promueve la subordinación de las mujeres, niñas, niños, adolescentes principalmente. Por ello también podríamos decir que la violencia no sólo se transmite del hogar a la sociedad sino es una relación dialéctica en dónde la violencia social, la estructural y la cultural se inserta lo mismo en las familias que en las escuelas.

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¡genera acciones!

El triángulo representa una estrategia de prevención general que incluye trabajo educativo y de capacitación con diferentes grupos en las comunidades para ayudarles a ajustar la forma en que interactúan con niños, niñas y sus familias. Este trabajo busca mejorar los resultados, preventivos, y evitar que niños y niñas en alto riesgo de sufrir violencia familiar se queden fuera de los servicios comunitarios.

Sensibilización: Dentro de una comunidad violenta es importante trabajar con los agentes clave – por ejemplo, profesores, madres y padres, proveedores de servicios de salud y otros – para sensibilizarlos del impacto de la violencia sobre los niños y las niñas y aumentar la comprensión de los obstáculos que enfrentan en esas comunidades para tener acceso a sus derechos.

Intervención Temprana: Es importante que el personal de programas para ayudar a niñas,  niños y adolescentes tenga sensibilidad y habilidades para motivarles y apoyarles así como a sus familias, ayudándoles a mantener su participación. Es importante brindar capacitación apropiada a aquellos grupos comunitarios mejor colocados y/o más interesados en crear el cambio. Por ejemplo, es importante que los y las maestras puedan identificar a los niños y las niñas que tienen mayor riesgo de violencia familiar y a comprender los comportamientos sintomáticos de maltrato. Compartir técnicas para maximizar la participación del niño o la niña, para que trabajen juntos, profesores con madres y padres, para atender las dificultades que su hija o hijo puede estar teniendo en la escuela. Los talleres pueden cubrir: habilidades para la crianza de hijas e hijos; técnicos de resolución de conflictos; planeación de acciones comunitarias; ayudar a familias en crisis; escuelas como parte de la comunidad; y la participación de madres y padres en las escuelas.

Aquellos niños y niñas que tienen relaciones tempranas caracterizadas por violencia, frecuentemente desarrollan conductas disfuncionales. Tales comportamientos pueden provocar la exclusión repetida de actividades grupales, incluyendo la escuela. La experiencia de exclusión a su vez puede llevar a resultados de vida negativos como el abuso de substancias o la participación en bandas juveniles. La pobreza puede exacerbar las experiencias de exclusión y limitar las posibilidades de cambiar los resultados de vida.

Factores de riesgo

Las niñas y niños tienen más probabilidades de sufrir maltrato cuando: son menores de 4 años o adolescentes; no son deseados/as o no cumplen las expectativas de los padres; tienen necesidades especiales, lloran mucho o tienen algún defecto físico muy marcado.

Los padres/madres o cuidadores/as tiene más probabilidades de maltratar cuando: tienen antecedentes personales de maltrato infantil; desconocen o tienen expectativas no realistas sobre el desarrollo infantil; abusan del alcohol o de otras drogas; tienen dificultades económicas.

En una comunidad hay más probabilidades de que predomine el maltrato infantil cuando: existen fuertes desigualdades sociales y de género; escasean la vivienda adecuada y los servicios de apoyo a las familias; el desempleo y la pobreza son constantes; se accede fácilmente al alcohol y otras drogas; o predominan patrones culturales que menosprecian a los/as niños/as y validan la violencia.

Apoyo Terapéutico Sostenido

Es vital atender a las necesidades emocionales, definiendo estas como las que se relacionan con la percepción que tiene la persona sobre sí misma y cómo se relaciona con los demás.

Las necesidades emocionales básicas incluyen aquellas asociadas con tener una relación cariñosa duradera, sentirse querido además de cuidado, y tener alguien que les ayude a manejar sus sentimientos e impulsos de forma apropiada para su etapa de desarrollo.

Los niños y las niñas que viven en familias que se relacionan de forma violenta requieren atención a sus necesidades emocionales, tanto para ayudar en su recuperación como para construir una resiliencia interna y una capacidad para manejar sus relaciones de una manera diferente en el futuro. Además de poner un alto, también es necesario sanar el daño causado por la violencia, dado que los efectos traumáticos de experiencias violentas duran mucho más que los eventos violentos en sí. El crear cimientos de bienestar emocional, tanto para los niños y las niñas como para las madres y los padres, es un elemento crítico para lograr cambios duraderos y significativos para aquellos niños y niñas cuyas experiencias personales han interferido con un desarrollo emocional saludable.

Por lo tanto, debe haber una intención terapéutica en los servicios ofrecidos para estos niños y niñas. Cuando decimos “terapéutico” nos estamos refiriendo a intervenciones, respuestas o estrategias que tienen el propósito específico de ayudar a los niños y las niñas, y a las madres y los padres a empezar a comprender sus experiencias, desarrollar su autoestima, bienestar emocional, y a construir relaciones saludables.

Trabajo basado en la familia

Para lograr cambios perdurables es necesario desarrollar una red de apoyo positivo alrededor del niño, niña o adolescente. Esta red, que incluye a la familia pero no se compone exclusivamente de ella, debe proveer experiencias y respuestas que apoyen el desarrollo de la resiliencia personal y ayuden a asegurar cambios positivos sostenibles. En los casos en el que el niño o la niña no tenga familia, puede proveer este apoyo otro adulto capaz de hacerlo por un tiempo sostenido. Cuando se crea un ambiente familiar positivo, donde las relaciones son formativas y protectoras, el impacto es sorprendente y poderoso.

Para niños, niñas y familias altamente excluidas, los servicios basados en el hogar son la vía más efectiva para lograr resultados positivos. Se ha demostrado también que los programas de visitas en el hogar son altamente efectivos para reducir la violencia familiar. Invertir en toda la familia para resolver la violencia, más que trabajar sólo con el niño o la niña, es la clave para romper permanentemente los ciclos intergeneracionales de violencia.